jueves, 15 de enero de 2015

Experiencia Agaete

Hoy me he animado a comentarles algo que no es estrictamente gastronómico, si no una experiencia completa de casi una jornada. 
Aprovechando que estamos de vacaciones, esta semana fuimos a Agaete a pasar un día distinto. Yo, que en general me interesa todo sobre esta bendita isla, estaba interesada por conocer el parque arqueológico del Maipés, que ha abierto hace poco en Agaete ¡Y allí que fuimos! Se encuentra al principio de la carretera hacia el Valle de Agaete, y su horario es de martes a domingo de 10:00 a 17:00 en invierno y de 10:00 a 18:00 en verano. El precio de la entrada general es de 3 €, y es válida para todo un año, cosa que está genial para los que vivimos aquí. Les podría copiar y pegar el texto informativo sobre este histórico lugar, pero prefiero animarles a que lo visiten y así descubran como los antiguos canarios enterraban a sus muertos. Es importante que durante la visita lean todos los carteles informativos y también que vean los vídeos multimedia que pueden reproducir  en el centro de interpretación. No vivirás igual la experiencia si no te enteras de lo que estás viendo. Aquí les dejo con algunas fotos que hice durante la visita.






Después, de camino hacia el próximo objetivo nos picó el hambre y paramos en el restaurante grill La Suerte, que lleva abierto por lo menos 15 años. Su aspecto exterior está bastante desmejorado, creo que no han cambiado los carteles desde que abrieron por primera vez. Por dentro tampoco es que esté muy renovado, la verdad. Es un lugar anclado en el pasado. La verdad es que no es un sitio, que de primeras, me apetezca entrar. Pero estaba en el sitio y en la hora adecuada. Nos pedimos, unos churros de pescado, calamares fritos y solomillo griñón. Mientras esperábamos nos trajeron un par de panes calentitos y tres salsas para mojarlos (alioli, mojo rojo y salsa de tomate con ajo). 

Los churros, estaban correctos. Yo me los comí con gusto :-)

 Los calamares, la verdad es que estaban muy ricos y tiernos.

Y el solomillo, estaba servido con langostinos insertados y con unas lonchas de bacon por encima. Lo sirvieron en el punto que le pedimos y la carne era de calidad suficiente. En general, estaba bueno.


Hay que decir, que todos los platos estaban acompañados de papas fritas caseras, cosa que hay que agradecer hoy en día.

De postre pedimos, helado frito con miel. La verdad es que no me esperaba un dulce así en ese sitio y no me pude resistir.  Era una bola de helado de vainilla, envuelta en una especie crep y luego frita. La parte frita sabía como a churro, y con el helado y la miel, quedaba muy bien. Ya sé lo que está pensando... No es un postre muy sano, no :P



El almuerzo, con una cerveza y un appletiser, nos salió por 30.60 €

Una vez con el estómago lleno, fuimos a la finca de Los Berrazales, totalmente inmerso en el valle y que se puede visitar para catar sus productos y ver los cultivos que allí tienen. Al llegar, nos dijeron que acababan de recibir a dos grupos grandes de turistas, y que empezaríamos por la degustación y luego haríamos la visita. Nos sentamos en unos bancos que tienen en el jardín, alrededor de una mesa, y nos pusieron pan bizcochado (normal y de batata), jamón serrano, queso semi y unos bizcochos de Moya, todo ello para acompañar a los vinos de su bodega. Empezamos por un blanco semiseco (que sin duda fue mi preferido de todos los que probamos) y seguimos con un rosado, un tinto joven, un tinto de barrica y por último, el blanco seco. Tengo que decir que yo no soy mucho de vino, pero disfruté mucho de la cata, adivinando los aromas de cada vino, que luego comentábamos con el personal que nos atendía. También probamos las naranjas cultivadas allí y... uf ¡buenísimas! En serio, me sorprendió muchísimo el sabor tan delicioso que tenían. Y por supuesto, el café del valle, único en Europa. Los que me conocen saben que yo no tomo café NUNCA, pero bueno, ya que estaba al lío, quise probarlo. Nos lo sirvieron solo y sin azúcar, yo pensé: "me voy a morir", pero al probarlo me quedé asombrada porque no me pareció nada fuerte y de un amargor muy moderado. Vamos, que al final me lo bebí casi que con gusto. Mi pareja, que sí que toma café a menudo, lo disfrutó mucho. Para rematar la experiencia, nos dieron agua de la zona, con un sabor muy característico. Los que recuerden el agua San Roque, sabrán cuál es.





Después dimos la vuelta por la finca guiada por la dueña y nos contó el trabajo que les daba la cosecha del café, de la uva y de las naranjas (en orden descendente de dificultad), nos deleitamos con las vistas desde la azotea y por último visitamos la bodega en sí, que la mantenían casi como al principio de los tiempos, llena de encanto.






La degustación más el recorrido cuesta 6 €/persona, y abren de lunes a viernes de 10:00 a 17:00 y los sábados de 10:00 a 14:00, siendo casi imprescindible si van el fin de semana, concertar cita previa llamando al 628 922 588 o escribiendo a lugojorge@hotmail.com.

Espero haberles metido el gusanillo de visitar estos lugares poco conocidos entre los que aquí vivimos.

Un abrazo y hasta la próxima.

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