viernes, 23 de septiembre de 2011

Los Botes II

Después de un tiempo sin ninguna nueva entrada (la famosa crisis) vuelvo con este restaurante, relativamente nuevo en cuanto a su ubicación, pero no en cuanto a su nombre y cocina.

Supongo que la mayoría de los grancanarios conocen el restaurante Los Botes, situado en la avenida principal de San Cristóbal. Pues ahora, han abierto nuevo local para así desahogar un poco el original, que casi siempre está lleno, e incluso a veces hay que coger número.

Este nuevo emplazamiento está muy cerca, exactamente al principio del barrio, en sentido Sur-Norte.



Hay que ser rápido para meterse por la misma calle del restaurante, ya que está saliendo directamente desde la autovía, y uno no puede frenar alegremente, porque los coches de atrás seguro que se pondrían a tocarnos la pita. Dicha calle es una cuesta hacia abajo, bastante empinada al principio, en donde se puede aparcar con facilidad. En cualquier caso, bajando y a la derecha hay un aparcamiento de tierra que le pertenece.

Es un edificio de dos pisos, con comedor en ambos. Hay que tener en cuenta que el servicio femenino está en la planta de arriba, y la única forma de acceder es por escaleras. Cada planta tiene grandes ventanales con vistas al mar, y pueden abrirse para que entre la brisa, ya que no tienen aire acondicionado.

El mobiliario es desigual, es decir, hay sillas de varios tipos mezcladas en las mesas. El lado positivo es que pueden elegir la que más les guste.

De primeras ponen en la mesa, mojo rojo y alioli (muy bueno), pan (uno para tres personas) y pan bizcochado.

Cuando fui (entre semana y en la hora del almuerzo) solo había dos camareros, pero los platos salieron con mucha rapidez. Eso sí, solo tienen una carta, y no fuimos afortunados en ese sentido. De todas formas, la camarera nos recitó los platos que nos podía ofrecer, y elegimos en base a eso. No nos nombró nada de pescado fresco, pero vimos que servían a otras mesas unas viejas fritas con muy buena pinta.

  • Gofio escaldado: el tamaño era quizás más pequeño del que suelen servir en otros restaurantes, pero junto con el resto de comida, fue suficiente. Tenía buena textura, aunque menos sabor a pescado de lo que me gusta. A pesar de esto último, estaba bueno. ¡Ah! También faltó la típica cebolla morada que suele acompañarlo.

  • Queso empanado con mermelada: nos sirvieron media ración. Considero que en vez de mermelada, lo que nos pusieron era sirope de fresa. Aún así, le daba el toque dulce que le sienta tan bien al queso. Buena cantidad para ser una media.

  • Calamares Fritos: acompañados con un cuarto de limón. Estaban muy buenos de sabor y tiernos. La cantidad también era adecuada. ¿Qué más se le puede pedir a este plato? Quizás una guarnición, pero como pueden ver, en este restaurante no se lleva.

  • Pulpo a la plancha: tan bueno y tan tierno como los calamares. El sabor ganaba mucho si se le añadía un chorrito de aceite de oliva (servido en mesa desde el principio).


Para los postre no había demasiada variedad, ni ninguno fuera de lo normal. Pedimos un polo, y:

  • Arroz con leche: Formato pequeño, bastante cremoso y dulcito. A mí me gustó, pero quizás a algunos les parecería empalagoso.


Como ven es un sitio sencillo, sin complicaciones, para comer sin protocolos y con precios muy asequibles.

Nosotros éramos tres y nos quedamos muy llenos.

Con cerveza, agua, refresco y dos cortados, el total fue de 36.10 €

Barato ¿no?

Espero que hayan disfrutado de esta opinión.

Un saludo a todos.

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